Esta planta bulbosa de origen asíatico es muy rústica y se desarrolla de modo óptimo en lugares abiertos y soleados. Se puede cultivar en casi todos los climas, aunque prefiere los templados o cálidos. Debe contar con una época de altas temperaturas para que se puedan formar sus bulbos. No es muy exigente con el tipo de terreno, aunque prefiere los suelos aireados y ligeros que drenen perfectamente. Es una planta perenne de la familia de la cebolla. Las hojas son planas y delgadas, de hasta 30 cm de longitud. Las raíces alcanzan fácilmente profundidades de 50 cm o más. El bulbo, de piel blanca, forma una cabeza dividida en gajos que comúnmente son llamados dientes. Cada cabeza puede contener de 6 a 12 dientes, cada uno de los cuales se encuentra envuelto en una delgada película de color blanco o rojizo. Cada uno de los dientes puede dar origen a una nueva planta de ajo, ya que poseen en su base una yema terminal que es capaz de germinar incluso sin necesidad de plantarse previamente. Este brote comienza a aparecer luego de los tres meses de cosechado, dependiendo de la variedad y condiciones de conservación. Las flores son blancas, y en algunas especies el tallo también produce pequeños bulbos o hijuelos. Un par de semanas antes de que el ajo esté dispuesto para ser cosechado, brota un vástago redondo que tiende a enroscarse que le llaman porrino; este porrino es una delicia gastronómica.
Variedades
Según el tipo de tallo:
- Ajo de cuello duro: El tallo posee floración y genera hijuelos.
- Ajo de cuello blando: Debido a que no produce hijuelos, tienen mejor rendimiento, ya que sólo utilizan la energía para la producción del bulbo. También resisten períodos de almacenamiento más prolongados en comparación con el ajo de cuello duro.
- Ajo blanco: Aptos para el consumo en seco.
- Ajo rosado o morado: Generalmente son más tempranos en su maduración que los blancos.
Se siembran los dientes de ajo mejores de cada cabeza durante el otoño; pero en los terrenos más pesados y húmedos la siembra se hace en enero o febrero, para evitar encharcamientos excesivos.
Los plantaremos en caballones con el terreno bien removido, dejando la puntita sobresaliendo del terreno y enterrándolos entre 3-5 cm, sin apretar demasiado la tierra; el marco de plantación es de 10-15 cm entre dientes y 20-30 cm entre líneas. Debemos evitar utilizar los dientes procedentes de la parte central del bulbo y desechar los muy pequeños o deformes. Antes de la plantación, es recomendable mezclar con la tierra 1/6 de arena.
El riego será moderado, muy reducido o nulo en el caso de que se produzcan precipitaciones, recordando que los excesos de humedad y los encharcamientos son causa de pudrición, muy perjudicial para este tipo de plantas.
Si la planta florece, el tallo floral debe ser cortado cuando alcanza la altura de 10cm.
Los ajos no se aporcan o recalzan durante su cultivo, más bien están justo sobre la tierra. Cultivo que necesita de un abonado equilibrado en nitrógeno y potasio, el nitrógeno interviene sobre todo en la parte aérea y el potasio le confiere resistencia ante las condiciones ambientales adversas.
La recolección se realiza durante el verano, cuando el follaje comienza a amarillear y se va secando.
Para su correcta conservación se deben dejar las cabezas una semana al sol, con el fin de que acaben de secarse, de este modo, los bulbos no vuelven a a brotar y no se pudren. Luego se atan en manojos o ristras y se cuelgan en lugar seco y aireado, con lo que se conservan en óptimo estado durante muchos meses.La cosecha de los ajos tiernos se va realizando durante la primavera, según las necesidades.
Cuidados especiales:
- Pudrición: aparece en las primeras fases del desarrollo si se dan condiciones de humedad excesiva. La base del bulbo se reblandece y se pudre.
- Gorgojo de los bulbos: Coleóptero que suele aparecer poco antes de la cosecha.
©rafadecleo.
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