Los Gansos en el Uruguay como mascota, centinela de los campos, sus hermosas plumas y su carne.

Los Gansos Esta ave palmípeda doméstica, proveniente de la familia Anátidos, es también denominada “oca” o “ánsar”. Generalmente presenta cuello largo y patas bastante cortas con terminación en forma de palma, lo que le facilita permanecer de manera cómoda durante su permanencia en el agua.

La engalana a su vez un plumaje de color grisáceo, la mayoría de las veces, aunque en algunos casos el plumaje es blanco, lo que contrasta vistosamente con un hermoso pico de tono anaranjado matizado con tintes oscuros en su punta.

El ganso se clasifica dentro del grupo de las aves acuáticas al igual que el cisne y el pato, aunque es de mayor tamaño y peso que el pato y en la misma medida menor que el cisne. Sin embargo la mayor parte del tiempo permanece sobre la tierra.

Proveniente de terrenos húmedos, el ganso es un animal diurno que sabe muy bien cómo marcar su territorio, defendiéndolo con aterradores graznidos sin temer al tamaño, o al poderío del intruso que amenaza con invadir su espacio.

Ahora bien, esta ave originaria de Egipto, suele vivir muchos años, superando la edad de 15 años y alcanzan a pesar hasta 10 kilos. Usualmente se encuentran grandes grupos de esta ave palmípeda en territorios de Europa, Asia, América, África y zonas de Australia.

Por otro lado, es importante tener en cuenta, que esta omnívora toma hierbas, hojas, semillas, frutas, plantas y lombrices del medio, para convertirlas en su alimento.

A la hora de incubar, la madre ganso se toma aproximadamente unos 30 días, y para ello escoge  sitios, en lo posible tranquilos, para realizar el cuido adecuado de sus crías, hasta que estén en edad de valerse por sí mismas. Llega a depositar de 5 a 6 huevos en el período de postura.

Cabe anotar con respecto al ganso, que es bien difícil averiguar,  de buenas a primeras, el sexo de macho y hembra; pues estos no presentan una diferenciación física notable.

Casi siempre esta sagaz palmípeda observa un vuelo corto, pero de gran precisión, mediante el cual logra, de manera desprevenida, atrapar a su incauta victima.

Desafortunadamente cada vez más aumenta la persecución en contra de los gansos, debido, entre otras causas, a que en el plano gastronómico es tremendamente apetecida su carne para la elaboración de múltiples platos pero principalmente es materia prima del tan renombrado “ganso asado con puré de manzana”. Y por otro lado también constituye un atractivo sin igual para los coleccionistas y cazadores expertos.   

El ganso doméstico

El ganso domestico  procede del ganso cenizo y del ganso cisne, oriundos de Europa y Asia respectivamente.

Este animal ha estado cercano al ser humano desde tiempos remotos, pues ya existen restos arqueológicos que lo sitúan en Egipto hace cerca de cinco mil años.

Este ganso casero es más corpulento y pesado que su compañero salvaje, lo que le impide volar. La fertilidad también es distinta, pues mientras la hembra de ganso salvaje difícilmente pasa de los diez huevos anuales, la domesticada puede llegar a poner más de ciento cincuenta huevos.

Es un animal que aprende fácilmente, pues posee una enorme memoria. También la vista, el olfato y el oído están bien desarrollados. Se comunican entre ellos con una especie de gritos. Les gusta acicalarse con ayuda del agua, y dedican una gran parte del tiempo diario a ello.

Como curiosidad, citar que debido a que ante cualquier sonido extraño comienzan a graznar fuertemente, en el medio rural o establecimiento o granjas o tambos, se los utiliza como guardianes para evitar robos, como si de perros se tratase. Aunque este aspecto de los gansos resulta curioso por desconocido, parece ser que ya los antiguos romanos los utilizaban para este cometido.

Cuidados básicos y reproducción

Los cuidados que precisan los gansos son parecidos a los que se les da a los patos. Suelen alojarse en corrales cuando viven en cautiverio y se pueden llevar a pastar con otros animales, como rebaños de ovejas, cabras, vacas, etc., ya que suelen deleitarse con los pastos abundantes. Necesitan un lugar donde poder nadar, además de alguna estancia cerrada para protegerse del frío.

Siempre deben disponer de agua limpia y de un amplio espacio para moverse, no siendo recomendables las jaulas. Los corrales son los lugares ideales para alojarlos, puesto que les protegen de frío severo y de otros depredadores.

Son ovíparos, así que necesitan un lugar dónde anidar. En condiciones naturales, suelen instalar su nido cerca de zonas en las que hay agua, entre juncos, pero cuando viven en cautiverio se reproducen en corrales, anidando entre paja. También podemos facilitarles alguna caja de madera para que empollen los huevos.

Las madres son las encargadas de enseñar a las crías cómo adaptarse al entorno, es decir, cómo comer y cómo protegerse hasta que consigan valerse por sí mismas. Por su parte, los padres protegerán el nido de depredadores, antes y después del nacimiento de las crías.

Una hembra que está empollando tiene que recibir una muy buena alimentación, de lo contrario abandonará el nido para ir en busca de su sustento. Y apenas estén capacitados para ello, los polluelos deben salir a pasear con su madre. Así, con un día de vida, se acostumbrarán a la hierba.

A pesar de comportarse como verdaderas fierecillas, los gansos son vulnerables a los ataques de zorros y ratas. Seguramente los primeros no existen en la parcela -por fortuna- , pero debe prestarse igual cuidado con los roedores. Los ratones roban los huevos y matan a las pequeñas crías, cuando las hay.

Su alimentación, como decíamos, está basada en la hierba. Si tiene restos de lechugas o de otras verduras, también puede suministrárselos. Cuando son adultos, les basta con esto. Sin embargo, si quiere sobrealimentar a las hembras para que produzcan mejor, puede recurrir entonces a los cereales.

Unas cuatro semanas antes de sacrificarlos, en tanto, puede darles de comer cebada de trigo, papas cocidas, harina de maíz y leche. Engordarán en forma notoria y tendrán mejor sabor. El hígado, al igual que lo hacen los industriales, puede aprovecharlo para hacer un delicioso paté.

Si nunca antes pensó en criar gansos, puede ir haciéndolo ahora. Su condición de herbívoros los hace bastante convenientes, controlan la maleza que crece entre los frutales, por lo que la relación costo-beneficio se inclina marcadamente hacia esto último.

¿Cómo se cría gansos?

Los expertos aseguran que la mejor manera de iniciar una crianza es comprando algunos huevos de gansa y colocándolos debajo de una gallina clueca. Ella podrá reemplazar muy eficientemente a la madre e incluso será capaz de cuidar a los pequeños.

No debe descuidarse un factor importante: los gansos demoran más en empollar que las gallinas. Mientras que los pollos rompen el cascarón ya a los veintiún días, los gansos hacen lo mismo en veintiocho y hasta treinta días.

Por este motivo es necesario cerciorarse de que la gallina no haya empollado demasiado tiempo sus propios huevos antes de que se le pongan los ajenos. Durante la última semana de incubación, los huevos se deben retirar a diario, con la finalidad de humedecerlos en agua tibia (las madres gansas naturalmente hacen esto mediante transpiración corporal, pero las gallinas no). Y el día en que los huevos comiencen a resquebrajarse, se los empapa bien.

Algunos criadores suelen retirar los primeros huevos empollados para que la madre adoptiva no crea que el proceso terminó y abandone a los restantes que aún no cumplen con su tiempo.

Las crías deben ser alimentadas durante las primeras dos o tres semanas con pan empapado en leche (puede servir también la descremada). Si el sitio es seguro, se puede permitir que la gallina saque a pasear a los polluelos. Cuando ya no necesiten protección, la misma gallina se dará cuenta de ello y continuará con su vida normal.

Los gansos viven en pareja de por vida; es decir, son monógamos. Aunque muchos intentan aparear un ganso con dos o tres hembras, la tarea muchas veces resulta inútil. Podríamos decir que "tienen un solo amor en la vida". Considerando las características monogámicas de estas aves, lo más recomendable es mantenerlas en pareja; así se asegurará una mejor reproducción.

Aparte de monógamos, son lentos para el apareamiento. Es muy posible que tengan que pasar por lo menos unas seis semanas antes de que la unión se produzca. Es como el pololeo. Después, pueden pasar hasta tres años sin que la hembra esté en condiciones de criar. Pero una vez que la pareja se compenetra bien, la vida reproductiva que les queda por delante es bastante larga. No habrá divorcio.

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